miércoles, agosto 17, 2011

Fenomenología de El Compayito


Cuando se supo de la existencia de una banda delictiva denominada “La Mano con Ojos”, que se atribuía ejecuciones en el Valle de México, algunos pensamos que expresaba la combinación de ojos que miran y mano que ejecuta (o bien, una mano que ejecuta mientras mira). Otros se fueron más lejos y pensaron en asociaciones masónicas, recordando el ojo en la cima de la pirámide. Y no faltó quien lo asociara con el monstruo come-niños de El Laberinto del Fauno. Todos estábamos equivocados, por finolis.

“La Mano con Ojos”, nos enteramos poco antes de la detención de su líder, deriva del apodo del capo criminal: El Compayito, inspirado en un personaje supuestamente cómico que utiliza Televisa Deportes para capturar audiencia en eventos importantes cuyos derechos comparte con Televisión Azteca.

El Compayito, lo sabemos todos los mexicanos, es una mano con ojos.  

Parece algo más que coincidental que un sicópata que confiesa sin remordimiento sus asesinatos y torturas haya escogido, no sólo como apodo personal, sino como nombre-símbolo de su organización, al personaje televisivo.

El Compayito de Televisa, al igual que el Compayito narco, tiene los valores trastocados. Los intereses del de la tele son, en orden descendente, el alcohol, las mujeres (mejor, si están buenas y son putas), la agresión (mejor si son albures), el cotorreo, ganar lana sin trabajar y los deportes, en los que cambia de equipo favorito según lo demanden las circunstancias. Al parecer, los del delincuente son los mismos, sólo que en otro orden.

Por poco que hayamos visto al Compayito televisivo, habremos presenciado que se embriaga a la menor provocación, que cubre de insultos a panelistas e invitados (salvo a su jefe, Javier Alarcón, que recibe pocos), que solicita “damas de compañía”, que es homófobo y racista, y que su vulgaridad es simple y procaz: “Ahora si te hicieron como doña Nacha, te dieron por delante y por detrás al mismo tiempo”. Cada uno de sus actos es obligatoriamente celebrado por los comentaristas (aunque algunos, se ve, lo hacen de manera forzada) y el monigote no deja de ser invitado a los programas especiales.

En su papel de descanso humorístico, El Compayito no analiza, todo lo simplifica al máximo: chingones contra pendejos, ganadores contra perdedores, albureros contra albureados, y las reinitas para besarlas e intentar tentarlas. Se dedica a echar relajo, pero en el sentido de Jorge Portilla y su fenomenología, en la que el hombre se libera de todo valor en su interior y, con ello, de toda tensión interna, un relajo que es la negación pura y simple de los valores, sin salidas, sin movilidad, sin perspectivas al futuro.

Ese es el mensaje real de la mano con ojos, la de la TV. La banda criminal y su líder lo captaron muy bien.

Supongo que El Compayito narco haya mandado, por un rato, a su homónimo televisivo a la congeladora. Supongo también que el rato será breve.

Lo dicho: no tienen el valor. Les vale.

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