martes, noviembre 29, 2011

Biopics: Hacia la unidad de la izquierda


Los miembros del Comité Nacional del MAP solíamos reunirnos formalmente cada dos sábados. En una de las primeras, nos asignamos tareas y comisiones. Hortensia Santiago y yo éramos la Comisión de Capacitación. También participé activamente en la redacción del librote en el que se convirtieron las Tesis y el Programa de Acción, y seguía en la redacción de la revista Solidaridad.
La principal actividad de la Comisión de Capacitación fue un curso sindical que organizamos –y yo di en parte- en el recién fundado Instituto de Estudios Obreros Rafael Galván, en la casona de la calle Zacatecas en la colonia Roma. Asistieron cuadros sindicales de distintas partes del país, sobre todo –pero no solamente- electricistas de la Tendencia Democrática y miembros del FAT (Frente Auténtico del Trabajo). La idea central del curso era la de pasaje de explotados a productores; de la idea economicista del sindicato a la de la agrupación que conoce a fondo la empresa para la que trabaja, no se deja engañar, propone y, si puede, también dispone. Y jamás ahoga a su fuente de trabajo.

Pocos meses habían pasado, sería septiembre de 1981, cuando surgió, a instancias del Partido Comunista Mexicano, la iniciativa de unir a las distintas agrupaciones de la izquierda socialista en un solo partido. Se trataba de una idea largamente acariciada en muchos lados y daba la impresión de que no había cristalizado simplemente por la inercia de las organizaciones. Heberto Castillo al principio mostró gran interés por la fusión. Igual lo hicieron los grupos que habían coincidido en la Coalición de Izquierda en las elecciones de 1989.
Para los comunistas del partido aquello iba más allá. Significaba de entrada un distanciamiento de la tradición soviética, tantas veces sectaria y era parte de un largo proceso de revisión y autocrítica que se había desarrollado dentro de ese partido. Lo paradójico es que al menos dos de las agrupaciones fusionantes, el Partido del Pueblo Mexicano y el Partido Socialista Revolucionario, eran prosoviéticas y con resabios estalinistas. También se fusionaría el Movimiento de Acción Unitaria Socialista.  
Las coincidencias del Movimiento de Acción Popular con el PCM eran varias. La primera, en la lucha sindical universitaria. La otra, el acercamiento ideológico a partir de la reflexión reformista que había tomado carta de ciudadanía en ese partido, que lo alejaba paulatinamente de la ortodoxia y lo acercaba a posiciones socialdemócratas de izquierda.
Por lo tanto, era lógico que cuando en una reunión del Comité Nacional se propuso que el MAP se fusionara en el nuevo partido unitario, la respuesta fuera afirmativa e incluso entusiasta. No hubo un solo voto en contra y solamente una abstención, la de Hortensia Santiago.
Varios preguntamos abiertamente si el MAP seguiría como corriente política organizada dentro del nuevo partido. La respuesta de los dirigentes fue que no, que si aceptábamos la fusión, eso significaba de plano nuestra disolución como organización política. Ante las continuas y genuinas dudas, Rolando Cordera zanjó la discusión con una frase inolvidable:
-El MAP es un estado de ánimo.
Eso es lo que efectivamente terminamos siendo.

Los compañeros del PCM recibieron gustosos al quinto elemento de la fusión, pero de manera sorpresiva, el anuncio de nuestra llegada al futuro partido provocó la furia de Heberto Castillo, quien no nos bajaba de “membrete” (no tardaríamos mucho en demostrar que estaba equivocado) y puso un ultimátum: si entraba el MAP, el PMT se salía del acuerdo de unidad.
Tengo una hipótesis fuerte respecto a esta rabiosa negativa. En el Movimiento de Acción Popular abundaban los intelectuales y los socialdemócratas. Los primeros amenazaban la pretensión hebertista de monopolizar, o de perdida oligopolizar, la opinión del partido en los medios, de llevar él la guía intelectual. Los segundos constituían un peligro todavía mayor: a la larga le podrían quitar el carácter revolucionario-socialista al partido. Hizo tremendo berrinche, que sería todavía más grande cuando compañeros sinaloenses del Partido Mexicano de los Trabajadores decidieron, ante la postura de Heberto, renunciar al PMT y afiliarse al MAP.

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