miércoles, septiembre 04, 2013

Biopics: Artículos electorales, 1985



En 1985 habría elecciones federales intermedias, excelente oportunidad para que me diera una zambullida en los números con los resultados de las elecciones previas (cosa novedosa, porque gracias al PSUM, de cuya Comisión de Análisis formaba parte, tenía acceso a los datos). Me puse a hacer diversos juegos con los números, que se tradujeron en una serie de artículos, publicados en el semanario Punto, entre enero y mayo de ese año.

El primero era muy sencillo. Se titulaba “La izquierda y la derecha en las elecciones”, y simplemente agrupaba los resultados electorales por tendencia ideológica (no se crean, era algo nuevo). El siguiente, considero, fue de mucha mayor importancia. Tenía un título provocador, “¿Por quién votan los priístas?”. Así iniciaba, y continuaba diciendo: “Por el PRI, dice Perogrullo”. El artículo se detenía en una característica de las elecciones de entonces: había una boleta para las diputaciones de distrito y otra para las plurinominales. Como, por la legislación, al PRI no le tocaban pluris debido a que ganaba la mayor parte de los distritos, esto permitía que los votantes del PRI (o al menos una parte de ellos) pudieran votar por otro partido en la boleta plurinominal. Esto significaba, sin ir más lejos, que la mayoría podía decidir la composición de las minorías, un contrasentido. En el análisis se veía que poco menos del 10 por ciento de los priístas votaban por otro partido para las pluris, y que favorecían sobre todo al PPS, que era comparsa del gobierno (en realidad creo que la mayor parte de esos votos, tanto del tricolor como del llamado “solferino” eran inventadas: el caso es que el sistema creaba una distorsión). Poco después se eliminaría la doble boleta que permitía a los priístas incidir en la composición de la bancada opositora.

El tercer artículo era un ejercicio a partir del cambio en el número de circunscripciones plurinominales para 1985, cuando pasaron de tres a cinco: “¿Qué hubiera pasado con cinco circunscripciones en 1982?”, donde se veía que el cambio perjudicaba a la izquierda. Los tres siguientes fueron de análisis numérico: “Alto riesgo para el PRI en cuatro distritos del DF”, “Así ha sido el avance del PAN en el norte” y “¿Qué fuerza tiene en realidad la oposición?”.

Dos artículos más apuntaban a modificar los métodos de elección del Senado de la República (la intención era hacerlo un poco más proporcional, como es ahora). Se intitularon: “Tres fórmulas para cambiar el Senado” y “Senado, Federación y partidos: un ejercicio”.

El último de la serie teórica también tenía título provocador: “Hay votos que cuentan el triple que otros”, y analizaba los efectos de la ley electoral de doble carril, en términos de la representatividad de los legisladores. Concluía que la ley estaba claramente diseñada para favorecer al partido mayoritario y a los muy pequeños, y para castigar a las oposiciones de mayor tamaño. Los votos que valían menos eran los depositados a favor del PAN y del PSUM; los que valían más, los del PARM o PPS. En otras palabras, el sistema buscaba mantener reducida la representatividad a la oposición más fuerte y dar presencia excesiva a los partidos más chicos. Algo de eso subsiste hoy, pero en menor medida.

La intención primera de estos artículos era calentar el debate sobre la necesidad de una nueva reforma política. La segunda, preparar el terreno para la presentación de algo de verdad novedoso: una serie de encuestas electorales de opinión, realizadas por el PSUM, que yo organizaría con la ayuda generosa de Eduardo González Ramírez –quien toda su vida manejó en la práctica militante el concepto de “partido pensante”. Esas serán tema de una entrega posterior.

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