miércoles, octubre 04, 2017

Osuna Matata... y ya



Mexicanos en GL. 2017

Terminó la temporada regular en Grandes Ligas, y es momento de hacer las cuentas con la actuación de los mexicanos en el máximo beisbol del mundo. A estas alturas debe quedarnos claro que 2017 fue un año de muchas más oscuridades que luces. Realmente el único que se salva, ya sea de la mediocridad, del mal fario o de las escasas oportunidades, es el joven cerrador sinaloense de los Azulejos, Roberto Osuna (Osuna Matata, como le dicen por allá).

Aquí el balance del contingente nacional, ordenado de acuerdo con el desempeño de cada uno en la temporada (como siempre, incluimos a los paisanos que han jugado con México en el Clásico Mundial) 

Roberto Osuna respondió, en términos generales, a las muy altas expectativas que había sobre él al inicio de la campaña. Es un ídolo en todo Canadá. A pesar de que desperdició una decena de oportunidades, sus 39 salvamentos hablan de un lanzador de elite. Más aún si tomamos en cuenta que en el año tuvo tres ausencias: una por lesión, otra por problemas de salud mental y la tercera por paternidad. En el año tuvo: 3 ganados, 4 perdidos, los 39 rescates, 3.38 de efectividad (carreras limpias admitidas por cada 9 innings lanzados), 83 ponches y sólo 9 bases por bolas. En ausencia de Alex Rodríguez, su cliente favorito fue otro Yanqui, Aaron Judge, quien le bateó de 6-0, con 5 ponches. En su carrera llegó a 95 juegos salvados, con lo que superó en ese departamento al inmortal Aurelio López y es segundo mexicano de todos los tiempos, sólo detrás de…

Joakim Soria. El de Monclova (y los Reales de Kansas City), salvo un mes en la lista de lesionados, fue muy eficaz como preparador de cierre. Terminó la campaña con 4 ganados, 3 perdidos, un juego salvado, 20 holds (ventajas sostenidas en situación de rescate), 3.70 de carreras limpias y 64 chocolates recetados.

Sergio Romo dividió su campaña en dos mitades contrastantes. Estuvo menos que mediocre con los Dodgers de Los Ángeles y cerca de lo extraordinario tras su cambio a las Rayas de Tampa. Terminó la temporada con 3-1, 3.56 de PCL, 59 ponches y 11 holds.

Héctor Velázquez  estuvo de manera intermitente con los Medias Rojas de Boston, pero –salvo su primera apertura- demostró que la variedad y calidad de sus lanzamientos son de Ligas Mayores. Los patirrojos debieron de haber tenido más confianza en el sonorense. En la temporada: 3-1, 19 ponches, y un muy prometedor 2.92 de efectividad.

Jorge De la Rosa, sin tener una campaña excepcional, cumplió bien en el relevo de los Diamondbacks. Sólo uno de los 55 bateadores que heredó, terminó pisando la registradora  El zurdo regiomontano terminó con marca de 3-1, 4.21 de limpias, 17 holds y 45 ponches. Por primera vez, tras 13 años en la Gran Carpa, accede a postemporada.

Christian Villanueva llegó a tomarse la consabida tacita de café de septiembre con los Padres de San Diego. No sólo no desaprovechó la oportunidad, sino que estuvo espectacular en esos pocos días. El tercera base jalisciense bateó para .344, con 4 jonrones y 7 producidas en sólo 32 turnos al bate. ¿Quién hubiera apostado que Villanueva acabaría la temporada con más cuadrangulares que Adrián González? Apuesto a que nadie.

Víctor Arano es otro joven que aprovechó al máximo su tacita de café. El oriundo de Cosamaloapan y de muy ilustre y peloterísimo apellido, se presentó como relevista de los Filis. En su ratito, sólo 10 juegos, se las arregló para tener marca de 1-0, dos holds y un magnífico 1.63 de efectividad

Oliver Pérez fue más Dr. Jeckyll que Mr. Hyde en esta temporada, ya asentado como especialista zurdo de los Nacionales de Washington. Septiembre no fue un mes bueno para él. Terminó con PCL del año a 4.64, con 12 holds y 39 ponches. No tuvo decisión.

Marco Estrada, en un año muy desigual, acumuló salidas de calidad en septiembre, hasta que en su último juego tuvo la peor apertura de muchos años (7 carreras limpias admitidas en 2.1 innings). El sonorense hizo los méritos suficientes como para volver a firmar con los Azulejos para 2019, pero tuvo un año por debajo de la media, sobre todo porque le volvieron a encontrar la pelota larga. 17 de sus 30 salidas fueron de calidad (6 entradas lanzadas o más; 3 carreras limpias admitidas, o menos). Terminó la temporada con 10-9, 4.98 de carreras limpias y 176 Ks.

Miguel González, con los Medias Blancas y los Rangers, tuvo una temporada regularcita, como las que acostumbra. A ratos parece intratable, pero uno nunca sabe qué pasará cuando el Mariachi sube a la loma. En el año, 8-13, 4.62 de efectividad, 100  ponches. 15 de sus 27 salidas fueron de calidad. De todos modos considero que está subvaluado.

Jaime García nos recuerda que a veces los sueños no son como uno los imaginaba. Después de un inicio decente con Atlanta y un partido que ganó con Minnesota, llegó con sus amados Yanquis… y con los neoyorquinos no pudo ganar ni un solo juego. En la campaña, el zurdo de Reynosa tuvo marca de  5-10, 4.41 de PCL y 129 rivales pasados por los strikes. De sus 27 aperturas, sólo 11 fueron de calidad (y ninguna de ellas, vestido con la franela a rayas).

Carlos Torres tuvo otro año discreto como relevista de los Cerveceros Su récord en el año: 4-4, 4.21 de limpias, 13 ventajas sostenidas y un salvado, junto con 56 sopitas de pichón.

Yovani Gallardo parece mucho más veterano de lo que sus 31 años indican, pero más por que su rendimiento lleva rato a la baja que por el colmillo (que sí tiene). Con los Marineros de Seattle tuvo que dejar dos veces la rotación, para ser utilizado desde el bullpen, prueba de que perdió la confianza del manager. Su marca de 2017: 5-10, 5.72 de limpias, 94 ponches, el primer rescate de su carrera y 5 salidas de calidad (tuvo 22 aperturas, en total)

Adrián González vio el peor año de su carrera precisamente cuando su equipo tiene aspiraciones serias del título mundial. Tal vez se equivocó al insistir en jugar con México el Clásico Mundial, cuando todavía estaba resentido, el caso es que inició flojo, pasó largo tiempo en la lista de lesionados, regresó igual de flojo y terminó, a pesar de haber sido operado, con la espalda de nuevo en malas condiciones. Sus tristes, y no tan titánicos números ofensivos: .242 de promedio, 3 jonrones y 30 producidas. Lo único bonito, que llegó al hit 2000 de su carrera.

Efrén Navarro, como ya es costumbre, tomó la tacita de café de los peloteros de reemplazo. Esta vez con los Tigres de Detroit. El primera base californiano bateó para .230, con 2 jonrones y el mismo número de carreras impulsadas.

Fernando Salas tuvo una temporada desastrosa con los Mets, que lo dejaron en libertad. Los Ángeles (o Serafines o como se diga) lo rescataron a fines de agosto, y él lo agradeció pichando como en sus mejores tiempos. Acabó marca de 2-2, 12 ventajas sostenidas, efectividad de 5.22 y 47 ponches.  

Luis Cessa, peleó por un lugar en la rotación de los Yanquis, y no lo pudo hacer suyo. El cordobés tuvo molestias en las costillas y se fue a la lista de lesionados de 60 días. En la temporada: 0-3, 4.75 de limpias y 30 pasados por los strikes.

Giovanny Gallegos estuvo en cuatro ocasiones –la intermitencia y la puerta revolvedora- con los Yanquis. En el final de la campaña fue cuando se vio asentado y mejoró de manera muy notable su efectividad, que era altísima: 0-1, 4.87 de PCL y 22 ponches.

Alex Verdugo debutó en septiembre con los Dodgers. Su primera taza de café. El jardinero de 21 años se estrenó con un promedio de .174 (4 hits en 23 turnos) y un jonrón solitario.

Julio Urías, tras una gran salida y tres muy mediocres, regresó de los Dodgers a AAA, donde se lesionó el hombro y fue operado. La gran promesa sinaloense dejó estos números en el año: 0-2, 5.40 de PCL y 11 sopas de pichón. No volverá hasta mediados de la temporada próxima.


Vidal Nuño estuvo a principios de temporada con los Orioles de Baltimore. No funcionó para nada: 0-1, 10.43 de limpias y 13 ponchados.