jueves, junio 12, 2008

Leyendas olímpicas: Cassius Clay (Mohammed Alí)


Para ser tan grande, era un boxeador diferente. A diferencia de sus rivales, el chamaco de 18 años que se presentó en la categoría de los semipesados en los Juegos Olímpicos de Roma basaba su técnica en la velocidad de piernas y en su rapidez para evitar los golpes. Más tarde, aquel mal estudiante de Kentucky, que había ganado 6 veces los guantes de oro, bautizaría su estilo como “volar como una mariposa y picar como una abeja".
Ni el belga Because, ni el soviético Schalkov, ni el alemán Madigan ni el polaco Pietrzykowski le pudieron dar pelea. Noqueó al primero y se llevó decisión unánime con los demás. Estaba tan orgulloso de su medalla de oro que no se la descolgó en días.
Fue recibido con un desfile triunfal en su natal Louisville, pero pocas semanas después –Estados Unidos vivía los estertores de la segregación racial- al campeón le fue negado el servicio en una fonda “sólo para blancos”. Del coraje, aventó al río Ohio la medalla olímpica que había ganado para su país (al menos eso cuenta la leyenda).
Clay pasó pronto al profesionalismo y se convirtió en Mohammed Alí, la más grande leyenda del boxeo de paga, el hombre que desafió al Tío Sam, al preferir la cárcel que combatir en Vietnam, el bocón de las verdades. Pero los golpes –los del ring y los de la vida- le cobraron factura: padece el mal de Parkinson desde 1984.
Aquella medalla que cayó al río fue reemplazada en 1996, por otra igualita que se le entregó en ceremonia especial durante los juegos de Atlanta, en los que encendió el pebetero que iluminó la fiesta olímpica. Un signo de que los tiempos, efectivamente, habían estado cambiando.

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