jueves, julio 29, 2010

Cine vs libros

Dice el escritor argentino Eduardo Sacheri que el cine desplazó a las letras como herramienta hegemónica en el arte de contar historias. A uno, que le gusta la lectura, le gustaría también contradecir, pero no puede. Vaya, y menos si uno ubica a Sacheri como el autor de la novela en la que se basó El secreto de sus ojos, esa muy buena película que ganó el Oscar a mejor filme extranjero.
Lo había comprobado días antes, en un puesto de libros de viejo, por el que pasé junto a Raúl Trejo. Compré uno para mi hijo (yo ya vi la película, en los tiempos en que a Canal Once no le importaba transmitir buenos filmes en blanco y negro) y estaba por comprar una edición conjunta de Tristana y Nazarín cuando Raúl comentó que con las películas bastaba. Devolví el libro al estante. Buñuel había noqueado a Pérez Galdós con ese par de historias cinematográficas bien contadas.
Después me puse a pensar sobre aquellas obras que había leído, y también visto la película. Obviamente, en la gran mayoría de los casos, el libro había sido mucho mejor.
Se trata de lenguajes diferentes, y formas de trabajar distintas. El libro te hace formarte una realidad propia, por más que se empeñe el escritor en descripciones detalladas (y si lo hace demasiado, el texto se puede volver pesado), te obliga (y es un placer) a desarrollar la imaginación. El lector de una novela ya hizo en su cabeza la versión fílmica.
El lector puede detenerse y cavilar, al espectador la película suele llevarlo completamente
Hay otras dificultades en el cine. El cineasta tiene que convertir pensamientos en palabras y las emociones en gestos. Además, tiene límites más serios de tiempo: reducir una novela río tamaño tabique o hacer crecer un cuento de pocas páginas al tamaño aceptado para el cine. No cualquiera se avienta Berlin Alexanderplatz.


¿Qué películas me han gustado más que los libros en que se basan? Revisé mi lista y sólo acerté a encontrar cuatro: Blade Runner, Todo Modo, 2001 Odisea Espacial y Como agua para chocolate. Los tres primeros filmes son excelentes –y tanto la novela de Dick como la de Sciascia son también muy buenas- y el cuarto film es agradable, respeta una buena historia, que estaba escrita pobremente.
En los cuatro casos, he de subrayar, vi primero la película y después leí el libro. Creo que este es un elemento fundamental. Dice Carlos Patiño (el abuelo de Miguel) que le decepcionó la película de La Historia Sin Fin, que a mí me pareció al menos tan buena como la primera mitad del libro, pero Patiño se había hecho una versión fílmica propia y yo, cuando leí la novela de Ende, estaba ya impregnado de la estética de la película de Petersen (por cierto, la segunda parte de La Historia Sin Fin en cine es una horrenda gringada).

En otras palabras, el libro siempre lleva ventaja y grandes películas como El Halcón Maltés, El Proceso, El Tambor de Hojalata o Mecánica Naranja o muy buenos filmes como El Cielo Protector o Matar un Ruiseñor quedan de todos modos un poquitín debajo de las obras en las que están basados.
Sólo hay un caso en el que primero vi la peli, luego leí el libro y decreté empate: La Invención de Morel, y otro –que habla muy bien de la película- en el que el empate se da con todo y que leí primero la novela: Arráncame la vida.




Un caso aparte merecen ciertos filmes y textos que son otra cosa. Por ejemplo, Solaris, la gran película soviética de Tarkovsky –que tuvo un decente remake dos décadas después-, basada en la novela homónima de Stanislaw Lem. Mientras que lo fundamental en la(s) película(s) es la capacidad del planeta para generar creaciones maravillosas y terribles en los humanos que lo exploran, la novela es un gigantesco intento de aproximación descriptiva de un ser vivo diferente de todos los que conocemos los humanos, que es también un planeta. Lo segundo hubiera sido imposible en el cine, por eso Tarkovsky se centró, con maestría, en la parte humana.
Y claro, están las decenas de películas muy inferiores a los textos y las películas horribles basadas en novelas gachas.

Termino con una pregunta, necesaria ya que casi todo mundo afirma que el libro es mejor que la película. ¿Por qué no hay más gente que se ponga a leer un buen libro en una tarde de descanso, en vez de encender el DVD o ir al cine? Hay dos respuestas. Una es el gusto de hacer cosas en compañía, y los libros suelen ser solitarios.
La otra, seguramente la más importante, es el tiempo: se requiere de un compromiso mayor para terminar un libro. Y en esta era light, la mercadotecnia nos dice que es mucho mejor conocer y disfrutar la historia (ojalá y bien contada) en dos horas que en varios días.

miércoles, julio 14, 2010

Biopics: La visita secreta de Gordillo

Un día, a finales de noviembre o principios de diciembre de 1978, Arturo Guevara nos avisó a varios miembros del Comité Estatal del PMT que Gustavo Gordillo haría una visita secreta a Sinaloa. Nos contó que Gordillo, Secretario de Relaciones Campesinas del Comité Nacional del partido, había encontrado problemas crecientes con Heberto Castillo y Demetrio Vallejo, y quería platicar de ello con los compañeros que habían trabajado cerca de él en la construcción partidaria. Además de mí, Guevara lo comentó con Renato Palacios, Matías Lazcano y el Mayo Espinosa. También asistirían a la reunión antiguos miembros de la dirección estatal: Roberto Airola –que prestaba la casa-, el Nono Vega y Alonso Campos. Guevara parecía particularmente preocupado porque Jaime Palacios no se enterara.

A mí Gustavo Gordillo siempre me pareció un tipo respetable. Lo conocí cuando era profesor en la Escuela de Economía y tenía la fama de haber participado en el Mayo francés. En el partido tenía mucho prestigio, había trabajado mucho organizando gente en varios estados, pero notablemente en Sonora y en la Huasteca hidalguense. En Sonora, él fue el cerebro detrás de la creación de la Unión de Ejidos Colectivos del Valle del Yaqui y Mayo; en Hidalgo, de la formación de la Unión Regional de Ejidos y Comunidades de la Huasteca Hidalguense. Ambas organizaciones tenían la característica de ser independientes, combativas, dedicadas fundamentalmente a la producción y capaces de dialogar con las autoridades, al tiempo que combatían a los caciques. De hecho, apenas en mayo de ese año, sicarios a la orden de los terratenientes habían asesinado a uno de los mejores cuadros del partido en la Huasteca, Pedro Beltrán.

En fin, el día señalado varios de nosotros fuimos al aeropuerto a recoger a Gordillo y pasaron varias cosas muy chistosas. La primera, que Gordillo pasó frente a nosotros haciéndose el desentendido para luego preguntar, de soslayo, con aire de secretismo, dónde estaba el coche. La segunda, que del mismo avión bajaron, por separado, un tipo barbón y greñudo y un morenito que se apostaron en lugares estratégicamente alejados de Gordillo y que nos siguieron a los autos. Yo de inmediato había advertido en el barbón el típico look del militante chilango de izquierda, y no me había equivocado: era un compañero del PMT capitalino, mientras que el moreno era del Comité Estatal de Zacatecas. Nunca sabré de qué se estaban escondiendo; para saberlo habría que penetrar en la mente novelesca de Gordillo, y eso no está sencillo.

Tras su llegada rocambolesca, Gordillo y comitiva se instalaron en casa de Airola, de donde no saldrían hasta su regreso a la capital (Gordillo con un boleto que decía “Gustavo De Anda”, como si así no lo fueran a reconocer). También recaló allí un cuate del Comité Estatal de Nayarit. Nos pasamos tres días en esa casa (salvo ir a dormir, los que vivíamos en Culiacán).

En las reuniones, la principal queja de Gustavo Gordillo hacia el resto del Comité Nacional era que bloqueaba el trabajo de organización de masas. Su tesis principal, que compartíamos, era que, si de verdad queríamos el poder y no nada más ser otro partido de oposición, era fundamental capacitar –en la teoría, pero sobre todo en la praxis- a los militantes y a las masas para que la organización estuviera, en su momento, en posibilidad de dirigir a la sociedad: la práctica del poder democrático llevaría a un mejor conocimiento de sus usos de parte de los trabajadores. Participar en organizaciones de productores, en sindicatos, en las universidades, en movimientos sociales debía ser una escuela de acceso democrático al poder.

Esto implicaba, por supuesto, un desacuerdo con la línea oficial de sólo crecer numéricamente y de haber rechazado nuestro registro electoral. Evidentemente, para nosotros la democracia formal era una instancia ineludible en el proceso de “la toma del poder”.

La respuesta que nosotros en Sinaloa, desde nuestra perspectiva local, dábamos al problema era muy pragmática. Si a la dirección nacional no le interesa desarrollar organizaciones sociales, a nosotros sí, y las vamos creando; si no le interesa el trabajo universitario, nosotros igual lo hacemos, etcétera. Nuestra queja principal era la “falta de línea política”: alguna consigna de la cual agarrarnos, además de la consabida defensa del petróleo.

Pero Gordillo le daba vueltas de una forma distinta. Según él, el problema del PMT era que se planteaba estrictamente como partido de ciudadanos y eso lo convertía en “socialdemócrata”. Gustavo no había caído en cuenta de que para nosotros “socialdemócrata” no era ninguna ofensa. Le rebatimos que ojalá el PMT lo fuera, y tuviera organizaciones sociales como los sindicatos en España, Italia, Francia o Alemania. Es más, no concebíamos la lucha electoral sino como un camino de largo plazo. Yo alcancé a comentar que toda esa condena a la socialdemocracia me sonaba a maoísmo, lo que provocó silencio en Gordillo. Ese silencio, a su vez, causó un gran malestar entre los compañeros sinaloenses que –correctamente- no asociaban el maoísmo con las teorizaciones de Sartre, sino con la Revolución Cultural china y con lo que estaba ocurriendo en Camboya (“allá es como si los Enfermos hubieran tomado el poder”, decía uno de ellos, “… y quisieran restaurar la gloria del imperio azteca”, acotaba yo).

A pesar de nuestras reticencias –en verdad porque estaba consciente de que eran más las afinidades- Gordillo nos confió que estaba contruyendo una “tendencia” dentro del partido. Nada formal, por supuesto.

Otra cosa que acordamos fue solicitar al Comité Nacional un pronunciamiento sobre política salarial. Que nos respondiera positivamente es un decir: Heberto sacó un artículo en el que calculaba los gastos básicos de una familia de cinco personas (que pagaban renta chilanga y la señora se compraba dos fondos al año, por lo que ha de haber hecho una gran colección de esas prendas) y concluía que el salario mínimo debería aumentar el cien por ciento.

jueves, julio 08, 2010

Mitos Geniales VII: Toño Cárdenas y la dianética (Biopics)

Estaba yo un día por el centro de Culiacán cuando me topé, con gran sorpresa, con un compañero de primaria, Toño Cárdenas, quien se había mudado a Guasave (“donde todo se sabe”) y trabajaba instalando pozos.
-¿Y qué ha sido de tu vida? –le pregunté.
-Soy feliz, encontré la verdad –fue la respuesta casi abrupta.
En ese momento debí de haberme despedido de él, pero me ganó la curiosidad y le seguí la plática para averiguar sus razones. Se había vuelto seguidor de la dianética. Lo invité a comer en casa el día siguiente.
Después de la comida, finalmente le pregunté a Toño lo que quería que le preguntara: ¿Qué es la dianética?
-A ver, Pancho, si con una sierra te cortaran el brazo, ¿seguirías siendo tú?
-Sí.
-¿Y si te cortaran la pierna?
-También.
-Eso es así, porque más que tu cuerpo, eres un tetán. Cada uno de nuestros cuerpos está habitado por un tetán. Las personas no existimos independientemente de los tetanes.
-Es lo que los curas en la primaria llamaban el alma –respondí.
-Es parecido, pero diferente. Porque los tetanes no sólo son inmortales: son eternos, son la fuerza creadora del universo.
De ahí pasó a explicar que la realidad que vivimos es una creación de los tetanes, sólo que se les olvidó que ellos la habían concebido. Se perdieron en algún momento, hace millones de años, por algún trauma, y dejaron de hacer uso de sus grandes poderes creativos. Dijo que la dianética era una técnica mediante la cual un “auditor” limpiaba tu tetán de esos traumas, llamados “engramas”, ayudado con unos aparatitos eléctricos. Él era un “preclarado”: es decir, alguien a quien todavía no le limpiaban todos los engramas, que eran la fuente de toda desdicha, pero ya estaba mucho mejor que al principio.
Una de las cosas que más le emocionaba a Toño era que, mediante esas sesiones, había podido ver algo de sus vidas anteriores. Por ejemplo, él había sido en otra vida un niño que le tiró una piedra a un soldado romano y por eso fue condenado a muerte (cualquier semejanza con la película Ben-Hur es mera coincidencia). Y es que los tetanes, dijo, van cambiando de cuerpo. Cuando alguien muere, sus tetanes regresan a Venus y después eligen adonde ir. Pueden dirigirse a una piedra, a un animal, o a una persona: depende de qué tantos engramas tengan. Una especie de reencarnación hinduista con tintes de ciencia ficción.
Comentó que el proceso con el que te “auditaban” en la dianética era muy caro, pero explicó que eso era algo que había elegido el tetán, porque había encontrado la ruta y quería “aclararse”.
-Entonces tu tetán se metió en ti a sabiendas de que tenías dinero para la dianética –repliqué.
-Exactamente.
-Y de pendejo se metía en un tzeltal de Chiapas, porque no tiene dinero, -concluí con toda lógica.
-Exactamente. Los tetanes más avanzados saben dónde meterse.
-Y los dianéticos, por eso, tienen que cobrar bien, porque si no estarían trabajando con un tetán atrasado –seguí hilando.
-Sí, pero hay un proyecto padrísimo para trabajar con comunidades indígenas –y no sé si Toño advirtió mi cara de horror-.
Poco antes de que nos despidiéramos, para no vernos nunca más, Toño platicó que su esposa estaba tomando clases en Los Ángeles para convertirse en “auditora” de dianética, que estaba mucho más avanzada que él y, casi de paso, reveló que estaban separados por una razón muy poderosa:
-Es que fuimos pareja en el Siglo XVIII. Y yo la maté, la envenené.
Descubrí una sombra en su mirada y un íntimo dejo de amarga resignación en su sonrisa. No había descubierto la verdad, y mucho menos la felicidad.

jueves, julio 01, 2010

Yovani se desata, Cantú se desinfla

Mexicanos en GL Junio.

Mientras el país vivía la euforia –y luego la cruda- futbolera, los peloteros mexicanos siguieron dando de qué hablar en Grandes Ligas. En el mes, lo más relevante ha sido el impresionante repunte de Yovani Gallardo, la enésima confirmación de Adrián González como estrella y líder de su equipo y el desplome de Jorge Cantú, quien había logrado saltar su histórico valladar de mayo, pero sólo para posponerlo un mes.

El Juego de Estrellas está a la vuelta y, si hay justicia, deberán asistir Gallardo, Adrián, Joakim Soria y Jaime García. Veremos.

Aquí, el desempeño del contingente nacional, de acuerdo –como es costumbre- por lo logrado a lo largo de la temporada.

Yovani Gallardo ha sido un ejemplo de consistencia. En junio ganó 3 y perdió uno para Milwaukee, con un juego completo (una blanqueada a los Mellizos) y 2.20 de carreras limpias. En la temporada, lleva marca de 8-3, 12 salidas de calidad, efectividad de 2.56 (el cuarto mejor en la Liga Nacional) y 120 chocolates propinados, lo que lo coloca como el máximo ponchador en Ligas Mayores. Además, ha conectado 3 cuadrangulares en apenas 37 turnos al bat. Su slugging resulta superior al del máximo tolete del equipo, Ryan Braun.

Adrián González
terminó por desatarse en junio. Bateó en el mes para .363, con 7 jonrones y 23 producidas. El de Tijuana lleva marca en el año de .302, con 16 cuadrangulares y 51 remolcadas. Pelea el liderato de jonrones y de OPS (embasamiento + slugging) de la Nacional. Fuera de Petco Park, ha pegado 10 vuelacercas en sólo 36 juegos y su promedio es de .336, pero seguirá en los Padres, ya que su contribución ha sido fundamental para poner al equipo de sus amores en la lucha por el banderín divisional.

Jaime García
sigue lanzando muy bien. Tuvo marca de 2-2 en abril, con 3 salidas de calidad. Tuvo la coincidencia de abrir juego cada vez que jugaba el Tri en Sudáfrica y su única salida mala de la temporada coincidió con la eliminación de los futbolistas (ese mismo día, Cantú y Adrián se fueron sin hit y cometieron sendos errores… ¿habrán todos visto el juego?). En la temporada lleva 7-4, 2.27 de limpias (tercer lanzador más efectivo de la liga) y 70 ponches.

Joakim Soria.
No es noticia que el Monclova sea efectivo y confiable. En 12 ocasiones que apareció en la lomita para los Reales durante junio, sólo en una vez le anotaron, y de todos modos salvó el juego. En el mes, tuvo 7 salvamentos y le anotaron 2 carreras limpias por cada 9 entradas lanzadas. En el año, 0-1, 19 rescates y 2.51 de limpias.

Jorge Cantú
tuvo en junio su Waterloo. Bateó sólo .245, con 2 vuelacercas y 11 producidas (6 de ellas en la primera semana). En dos ocasiones fue sentado para intentar terminar con su slump. La tendencia histórica dice que lo superará, porque suele tener mejores números tras el Juego de Estrellas. En lo que va del año, bajó a .268, con 10 jonrones y 50 producidas.

Rod Barajas
tuvo un mes paupérrimo al bat, con los Mets neoyorquinos (apenas .196, con una impulsada) pero ha sido útil manejando a los pitchers detrás del plato. En la temporada: .249, 11 cuadrangulares, 31 impulsadas.

Elmer Dessens
está teniendo otra buena temporada en el bullpen. Lleva 12 apariciones seguidas sin recibir carrera. Estuvo perfecto en el mes, y ahora su marca es de 1-1, 4 holds (ventajas sostenidas) y un microscópico 0.64 de PCL. Ventajas de la experiencia.

Alfredo Aceves
(3-0, un juego salvado, 3.00 de PCL) se salvó de la cirugía y debe regresar con los Yanquis durante julio.

Jorge De la Rosa
está a punto de regresar a la rotación de los Rockies, tras su lesión en el dedo. Lleva récord de 3-1, con 3.91 de CL y 26 ponches.

Dennys Reyes.
El especialista zurdo de los Cardenales estuvo irregular en el mes. Su marca del año es de 2 ganados, 1 perdido, 4 holds, dos rescates desperdiciados y PCL de 3.00.

Jerry Hairston Jr.
, parador en corto de San Diego, tuvo un junio más bien flojito en la caja de bateo. Su guante y su velocidad, en cambio, han sido muy útiles para los Padres. En el mes, .225, con 2 jonrones, 11 remolcadas y un robo. En la temporada: .242, 5 vuelacercas, 30 remolcadas y 5 estafas.

Rodrigo López
, sin brillar, es uno de los abridores relativamente confiables de Arizona. En junio, con 3 salidas de calidad, ganó 2 partidos y perdió 3. A veces pierde por mala salida; a veces, por escasez de apoyo ofensivo. En la temporada, 4-6, 4.42 de efectividad, 57 ponches y 9 salidas de calidad (de 16 apariciones). En cualquier caso, con 72 victorias en su carrera, el de Tlanepantla se consolida como el quinto mexicano con más juegos ganados de por vida en las Mayores.

Francisco Rodríguez
empieza a ser conocido por los bateadores de Grandes Ligas y ha disminuido notablemente su efectividad. Con los Angelinos lleva 0-1, 4.40 de carreras limpias y una ventaja sostenida.

Scott Hairston
también estuvo frío con la majagua durante junio, bateando apenas para .212. En la temporada: .234, con 8 jonrones y 23 empujadas, además de 4 robos de base.

Juan Castro
ha sido reducido a labores de utility, cada vez menores tras el regreso del lesionado Jimmy Rollins al róster de los Filis. Se salvó por poco de ser bajado a AAA. En el año, .209 con 12 producidas.

Ramiro Peña
, al igual que Castro –pero con muchos años menos- trabajó poco en el infield. El jovencito de los Yanquis luce con el guante, pero batea apenas para .185 con 8 producidas y 2 robos.

Oliver Pérez
apenas está en sus primeras salidas de rehabilitación de la rodilla. Dicen los visores que ya no tiene problemas de velocidad, pero sí de control (no sabemos si por inestabilidad en la rodilla o desconcentritis crónica). Su marca en el año, 0-3, 6.28 de limpias.

Marco Estrada
(0-0, con 9.53 de PCL) continúa en la lista de lesionados.

Augie Ojeda
ve todavía menos acción que los otros utilities mexicanos. Se entiende, ya que batea para .139, con dos producidas.

Luis Mendoza
(0-1, 22.50 de PCL) se mantiene en ligas menores.