viernes, mayo 27, 2011

Sueño 21: Volando con El Capital (mediados de agosto de 1980)

Descubro un novedoso mçétodo para volar. Salgo de casa de mis padres, en la Anzures, me monto sobre el Tomo I de Das Kapital y vuelo, a una velocidad aproximada de 35 kilómetros por hora. Me dirijo a Ciudad Universitaria por Insurgentes, divertido, a gusto, preguntándome por qué no hay gente volando como yo y por qué en los juegos olímpicos de Moscú no hubo carreras voladoras (caray, si hubo natación, ¿por qué no hay vuelo?).

Segunda salida voladora de la Anzures. En la esquina de Leibnitz y Darwin me encuentro a Eduardo Mapes, quien me pide aventón. Se sube en mis hombros pero el libro no nos aguanta fácilmente y volamos despacio y a baja altura. Cuando veo a una "ballena"* acercarse a nosotros hasta casi golpearnos y me temo que no la vamos a poder hacer, recuerdo que llevo conmigo el tomo III de El Capital (edición Fondo de Cultura Económica, gastadísima), así que se la presto a Eduardo y nos vamos volando juntos a CU por Insurgentes.

*Ballena era el nombre popular de los autobuses enormes de pasajeros en la Ciudad de México, en esa época (los medianos eran los "delfines").

miércoles, mayo 25, 2011

Biopics: El CEDEM y días de radio


El Cedem, días de radio

En 1980 se instauró la Maestría en Docencia Económica, dentro de la unidad de posgrado del CCH y varios maestros de la Facultad, encabezados por Pepe Ayala, se fueron para allá. Varios de ellos eran miembros del Centro de Estudios del Desarrollo Económico de México (CEDEM), que quedó mermado. Entonces fui invitado al CEDEM por quien entonces lo dirigía, Raimundo Arroio, un profesor brasileño simpatiquísimo, que estaba casado con Elena Sandoval. Así que mi cubículo pasó a esa área, situada en el edificio anexo de la Facultad. Los otros maestros que habían quedado en el CEDEM eran Jorge Castells, Rolando Cordera, Arnaldo Córdova, Alfredo Popoca y Fernando Rello, además de la ayudante Estela Ramírez Villalobos (“Estelota”, porque Estelita era la secretaria) y por ahí pululaban un montón de ayudantes de Arnaldo, provenientes de Ciencias Políticas.
En el CEDEM cada quien hacía su propia investigación, y a veces se discutía en grupo (por ejemplo, estuvo muy buena la discusión sobre La disputa por la nación, un libro muy importante que acababan de escribir Rolando y Carlos Tello, y del que todavía no acaban de despegarse), pero por lo general no. Eso quiere decir que la principal tarea que asumía el Centro como colectivo era la asistencia de algunos de sus miembros a los programas de economía de Radio Educación. A mí me tocó ir muchas veces, y era divertido, aun cuando en ocasiones no teníamos bien preparado el material (una ocasión, discurriendo sobre el enésimo embargo atunero, Roberto Cabral y yo nos equivocamos rotundamente sobre la calidad relativa del atún de aleta azul y el de aleta amarilla).
En ocasiones al radio le tocaba asistir a un académico del CEDEM y otro del Taller de Coyuntura de la Facultad (que era el equivalente, con profes del Partido Comunista). Las más de las veces estábamos de acuerdo en el tema, pero quién sabe por qué celos, aquello, en vez de “disputa por la nación” se convertía en “disputa por el micrófono”. Eran buenos ejercicios de difusión económica.

Parboni en México

En agosto de 1980 se celebró en México el VI Congreso Mundial de Economistas, un evento cuyos fines jamás logré comprender, pero al que asistió mi maestro Riccardo Parboni, siempre tan clavado en la economía que descansaba el verano haciendo adobes teóricos.
Cuando llegó, Eduardo Mapes, Jorge Carreto y yo lo invitamos adonde solíamos vernos, con una bolita, cada semana: el Hipocampo, restaurant que años después fuera degradado a franquicia de torterías. Allí Parboni se chingó un mixiote con una botella de vino mexicano “discreto” y salió con tremendo dolor de panza. También lo llevamos al Bar León, a chupar y oir rumba. Tremendo chiflido popular cuando Pepe Arévalo, antes de cantar “Oye Salomé” dijo que nos acompañaba un visitante italiano. Y lo invité a cenar a la casa, junto con Elena y Raimundo. Lo fui a recoger a la estación del Metro: le llevaba ampliamente la cabeza a la multitud que salía con él de Tasqueña, y la velada estuvo muy agradable. Parboni –como tantos otros- acabó prendado de Elena y se quedó a dormir en nuestra casa. Se había alojado con unos parientes ricos, que lo terminaron convenciendo de que nuestra descripción de la burguesía mexicana (cortoplacista, atenida al gobierno, ciega ante los problemas de la enorme desigualdad, tremendamente depredadora) era correcta. Y quizá se había quedado corta. Un día que lo llevamos a ver el centro histórico pasó también por casa de mis padres y me hizo el favor de decirles que mi tesis era muy buena. Luego roló tantito por Yucatán y se regresó a Italia. Del famoso Congreso comentó poquísimo.

jueves, mayo 19, 2011

El reto de los narcocorridos



La decisión del gobernador de Sinaloa, Mario López Valdés, Malova, de prohibir la ejecución pública de narcocorridos ha generado polémica. Hay quienes dicen que se trata de un acto de censura, que atenta contra la libertad de expresión. Otros señalan que estamos ante obras que son apología del delito y que, como tales, merecen ser castigadas por la ley. Alguno más comenta que es un pobre paliativo, en el que se castiga sólo un resultado de la cultura de la violencia que vive el país, en vez de extirparla.  

Es cierto que la prohibición de un aspecto de la subcultura del narco es una medida pequeña frente a un problema que requiere de un abordaje integral. Pero también lo es que, precisamente porque se trata de un problema con muchas facetas, es importante actuar también en el terreno cultural, que es el humus ideológico en el que se generan las generaciones de traficantes y sicarios, y no sólo –como la ha hecho el gobierno federal- a través del enfrentamiento a sangre y fuego.  

En Sinaloa, la subcultura del narco encontró, desde siempre, un terreno fértil. En ese estado, las clases dominantes no tenían pretensiones de aristocracia; se sabían plebeyos e incultos, pero con la diferencia que da el dinero y el poder. Es una cultura de pioneros, tipo viejo oeste, en la que la audacia y la astucia, no las ideas, fueron –junto con el trabajo- forjando fortunas y generando ciudades. En esa lógica, el estudio y la preparación no son el mejor camino para la movilidad social.

No extraña, en ese contexto, que la principal  figura sinaloense dentro de la Revolución Mexicana, haya sido Heraclio Bernal, quien nunca tuvo proyecto y con trabajos pasó de gavillero y asaltante de diligencias a “bandido revolucionario”. Tampoco extraña que esa cultura de la violencia haya generado fenómenos como el de Los Enfermos, en la universidad local durante los años setenta, para quienes ejercer la violencia contra el enemigo político era más importante que cualquier otro logro, una muestra de fuerza. Expresarse a chingazos ha sido a menudo, en Sinaloa, una forma de respetar el canon social.

Ha habido intentos para generar, en ese estado, una convivencia basada en el intercambio de ideas y no en el agandalle y el aplastamiento. Movimientos para un cambio cultural en Sinaloa.
En un tiempo, fueron encabezados por la UAS, pero fueron torpedeados, primero desde el gobierno y los intereses económicos e ideológicos en el estado, que intentaron ahorcar financieramente a la institución; más tarde, por un proceso interno de descomposición, que condujo a rectores impresentables como Gómer Monárrez o Melesio Cuén.
En otro tiempo –pienso en el sexenio de Francisco Labastida- el gobierno intentó llevar a cabo una política cultural activa. Pero tengo la impresión de que fueron más bien chipotes impostados. Aún así, en las últimas dos décadas del siglo XX se desarrollaron en Sinaloa interesantes iniciativas culturales –sobre todo en el área del teatro-, que toman aspectos de la cultura popular local y los reconfiguran de manera crítica.

Al mismo tiempo, se fue dando en el estado un crecimiento notable de la subcultura del narco. Se desarrolló el culto de Malverde, que a fines de los años setenta era un fenómeno muy menor. Y se desplegó (en el sentido de abrirse y desplegarse algo que estaba enconchado) la estética del narco: en el vestido, en el lenguaje, en la ostentación y, sobre todo, en la música.

Decía un intelectual sinaloense, Álvaro Rendón, mejor conocido como El Feroz, que los narcocorridos eran una desgracia para Sinaloa, tierra de Lucha Reyes y de Lola Beltrán. Promovían el machismo y la violencia y, sobre todo, ponían coto a todo otro tipo de cultura. Decía El Feroz que la cultura narca era excluyente y que, por lo tanto, no era cultura alguna, sino un rollo sectario. Había que oponerle cosas serias, como la literatura, el beisbol o la música de José Alfredo.

En los narcocorridos, no se oculta el delito, se proclama, se ostenta, porque con él van el poder, la riqueza, los coches, las joyas, las hembras. Esta proclamación se justifica por dos caminos: uno es la valentía en el sentido más machista del término, la disposición para los chingazos, otro es el origen pobre del que canta. En resumen: "De muy chico comprendí/ lo duro que era la vida/ por eso me la he rifado/ pa’ tener lo que yo quiera…"

En la filosofía del narcocorrido, no hay más valores que el alarde y el dinero. Se sabe que la vida del traficante dura poco, así que se exprimen con lujos y adrenalina esos poco años: “Aprendí a vivir la vida/ hasta que tuve dinero”.

A diferencia de su primera etapa, cuando los narcocorridos contaban historias, a la manera de los romances tradicionales, pero con el tema del narcotráfico, el género pronto pasó a otra etapa, caracterizada por el uso de la primera persona en las letras. “Yo” y, cuando mucho, “nosotros”.Este fue un cambio fundamental. El escucha y el intérprete del pueblo dejan de contar la historia de otros para hacerlo en primera persona. El narcotraficante se convierte en un modelo con el cual identificarse. Contemporáneamente, los actos cantados se hacen más crueles: “La ultima sombra ahora me han apodado/ Pues cuando aparezco los hago pedazos/ Mis dedos, mis manos, verlos al matarlos/  No conozco bocas que puedan contarlos/ Me como sus almas y no soy un mago”.

Otro cambio reciente ha sido el pasar de cantar las loas del traficante tradicional (el "agricultor y el que lleva la “yerba mala” al otro lado) a la apología del sicario: “Con cuerno de chivo y bazuca en la nuca/ volando cabezas a quien se atraviesa/ somos sanguinarios, locos bien ondeados/ nos gusta matar/ Pa' dar levantones, somos los mejores/ siempre en caravana, toda mi plebada/  bien empecherados, blindados y listos/ para ejecutar”.

En comparación, Los Tigres del Norte son unos bebés de pecho. 

En el imaginario de su propaganda, los narcos han dejado de ser –como en un principio- aspirantes a una lumpenburguesía aceptada por la sociedad a partir de su riqueza material y, al abandonar sus sueños de respetabilidad,  se convierten, cada vez más, en un grupo social temido por su “valentía”, admirado por su ostentación y enfrentado a muerte al gobierno y a los distintos traidores (que parecen ser un enemigo mucho más odiado).  

La música, dentro de la narcocultura, es el vehículo fundamental para extender el discurso de los traficantes a los espacios más populares de la sociedad. Los jóvenes disfrazados de narquitos (o de estereotipo de narquitos), mientras pistean escuchando narcocorridos son el primer eslabón de una identificación social, que luego puede traducirse en indiferencia hacia sus actividades criminales, en simpatía soterrada o, incluso, en su incorporación a las filas de la delincuencia.

Esto quiere decir, desde mi punto de vista, que una parte nodal de la lucha contra la violencia en el país  es luchar contra la cultura de la violencia, particularmente en los estados infectados por ella. No hay duda de que los narcocorridos de nuevo tipo no sólo hacen apología del delito: hacen apología de la sevicia, de la ferocidad: “Cuchillo afilado, cuerno atravesado/ para degollar…Equipo violento, trabajo sangriento/ pa' traumatizar”. 
Si se prohíbe la apología de la pedofilia o del racismo, no veo por qué haya que permitir estas enfermizas alabanzas de la violencia criminal. Estoy consciente de que servirán de poco para terminar con el problema, pero creo que son uno de los pasos necesarios.

Ah, y por cierto, El Feroz murió hace unos días, acribillado por los narcos, mientras regresaba a Culiacán luego de visitar a un amigo escritor en Guamúchil. “Debajo del empedrado está la playa”, insistía en profetizar.
 
 

lunes, mayo 02, 2011

El titán incómodo y otras historias de beisbol

Mexicanos en GL. Abril.

Regresan las ligas mayores y, con ellas, el seguimiento del contingente mexicano. Durante el invierno, la notiicia más candente fue la contratación de Adrián González por parte de los Medias Rojas de Boston, misma que sería sellada el mes pasado con un contrato de 7 años por un total de 154 millones de dólares, lo que convierte al Titán en el deportista mexicano mejor pagado de todos los tiempos. Se esperaba que, con Adrián y Carl Crawford, los patirrojos arrasaran la liga. No lo han hecho, incluso tienen marca perdedera el primer mes. La noticia de la primavera fue el despido de Oliver Pérez: los Mets prefirieron tragarse los 12 millones que le pagan por año y dejarlo libre, porque el zurdo de Culiacán nomás les ha servido para darles dolores de cabeza. Oliver firmó contrato de ligas menores con Washington, y por ahí anda en AAA. En cualquier caso, los peloteros mexicanos más destacados de este inicio de temporada son otros.
Aquí, como de constumbre, damos cuenta de su desempeño, de acuerdo con lo realizado a lo largo de la campaña (e incluimos a los paisanos de doble nacionalidad que han representado a México en el Clásico Mundial).

Jorge De la Rosa, al terminar abril, lideraba la Liga Nacional en ganados y perdidos, con marca de 4-0. El regiomontano, a sus 30 años, está mostrando madurez y posiblemente se encamine al mejor año de su carrera. De sus cinco salidas, dos han sido de calidad y dos, muy buenas, fueron recortadas por su recurrente problema de ampollas en los dedos, que al parecer ya ha superado. Sigue siendo uno de los pitchers más ponchadores de la gran carpa, con 29 chocolates en 31 innings lanzados. Su porcentaje de carreras limpias es un magnífico 2.61 y se le embasa menos de un bateador por entrada, en promedio. Es una de las razones por las que los Rockies lideran su división.

Jaime García. El zurdo de Reynosa está demostrando que lo del año pasado no fue casualidad. Inició la temporada con una blanqueada y ha tenido otras dos salidas de calidad. En todos sus partidos ha dejado arriba a su equipo, los Cardenales de San Luis, y tendría marca de 6-0, de no ser por las infamias del bullpen, que han tirado sus partidos. Este especialista en esconder la pelota -es de los pocos lanzadores que no llega a tirar a 90 millas por hora- ha estado más ponchador que el año pasado, aunque tiende a cansarse relativamente rápido y no llevar sus aperturas a los últimos innings. Su marca al 1º de mayo: 3-0, 2.48 de PClL y 36 ponchados.

Adrián González dice sentirse incómodo en la caja de bateo. Empezó a batear tarde en los entrenamientos de primavera, al recuperarse de una operación en su hombro derecho y señala que se está tardando unas milésimas de segundo más en descifrar los lanzamientos. A lo mejor es eso, o tal vez sea cierta falta de confianza, pero dos de cada tres expertos pronosticaban que González sería el máximo jonronero de la Liga Americana en 2011 y sólo lleva un cuadrangular en 27 juegos. Pero un titán incómodo sigue siendo un titán y Adrián batea para .312 con 15 producidas, para encabezar a su equipo. También tiene un robo y su fildeo ha sido un show de perfección.

Fernando Salas. Hemos comentado aquí que el cuerpo de relevistas de San Luis ha sido un desastre. El principal causante de ello ha sido el cerrador original, Ryan Franklin, que tiró cuatro partidos de cinco oportunidades. Eso abrió la puerta para otros, y en el comité entró, por méritos propios, el sonorense Salas, quien ha dado muestras de calidad y pretende quedarse con el puesto. En el mes, 2 ventajas sostenidas (holds, cuando el pitcher recibe el partido en situación de rescate y lo deja con el equipo todavía adelante) y 2 salvamentos, junto con un excelente PCL de 0.96.

Marco Estrada. La lesión del estelar Zach Greinke obligó a los Cerveceros de Milwaukee a buscar un quinto abridor para los primeros meses de campaña. Estrada ha cumplido, con creces. con dos aperturas de calidad (de tres en total) y un par de innings perfectos en el relevo. Su marca, de 1-0 (curiosamente ganó su apertura no tan buena), 3.00 carreras limpias admitidas por cada 9 innings lanzados y 19 ponches.

Joakim Soria. El 6 de abril de 2011 ocurrió algo inusitado, algo que jamás había pasado: Joakim Soria entró a relevar y le metieron 4 carreras. Eso explica que el de Monclova no esté, como de costumbre, entre los primeros de esta tabla. No fue en abril el pitcher intratable de costumbre, pero en los demás juegos cumplió su cometido. Lleva marca de 1-0, con 6 rescates, un salvamento desperdiciado (el del 6 de abril) y PCL de 4.36.

Alfredo Aceves cumplió tareas de relevo intermedio para los Medias Rojas. Lo hizo mucho mejor que el promedio del bullpen. Tiene marca de 0-0, 2.25 de limpias, una ventaja sostenida y un rescate desperdiciado. Fue enviado a las menores como abridor, en la previsión -o el temor- de que haya otra implosión en la rotación de Boston y el Patón tenga que tomar la estafeta.

Rod Barajas. El receptor de los Dodgers, fiel a su estilo, está bateando con poder, pero con bajos porcentajes: .202, con 5 jonrones y 11 impulsadas.

Yovani Gallardo lanzó una joya de pitcheo contra los Bravos, a los que blanqueó y dejó en dos hits. Pero sólo ha tenido dos salidas de calidad, de sus seis aperturas. En las últimas, le han pegado con ganas. No perdió esos juegos porque el bateo de su equipo lo ayudó. Parece quedarse siempre en el umbral del estrellato. El michoacano de los Cerveceros tiene marca de 2-1, 23 ponches y un desagradable 5.40 de carreras limpias.

Francisco Rodríguez ha cumplido decentemente con su labor como relevo intermedio de los Angelinos. El mexicalense homónimo del Superchamo lleva marca de 0-0, un hold y 3.36 de limpias.

Jorge Cantú vive una situación paradójica. Se está ganando la posición titular en la primera base y como cuarto bat. Pero es con los Padres de San Diego 2011. Esto significa que tiene que batear la mitad de sus partidos en los amplios espacios de Petco Park, hostiles para todo toletero, y tiene que hacerlo como parte de uno de los line-ups más flojos de los que jamás se haya tenido memoria. Un equipo que mete menos de 3 carreras por juego y al que en un mes lo blanquearon 7 veces. Sus números: .188 de promedio, un cuadrangular y 7 producidas. 


Scott Hairston, de los Mets de Nueva York, ve acción contra lanzadores zurdos. Batea .182, con un jonrón y 5 remolcadas.

Jerry Hairston Jr. está con los Nacionales de Washington, tiene un poco más de juego que su hermano, pero con los mismos pobres resultados. .193, un vuelacercas, 6 producidas.  

Luis Ayala logró colarse al roster de los Yanquis, trapeó innings e iba subiendo dentro del bullpen cuando una "lesión lesionadora" (un jalón en su brazo derecho) lo mandó a la lista de lesionados. 0-0, 3.60 de PCL.

Alfredo Amézaga, el útil utility, alcanzó a llegar al róster de Colorado a fin de mes. El veterano debutó en la temporada el día 29, como emergente, y pegó de hit. Su porcentaje de 1.000, obvio es decirlo, está destinado a descender.

Dennys Reyes, tras mucho batallar en primavera, se hizo de un lugar en el bullpen de los Medias Rojas -y de un contrato de Ligas Mayores-, pero tras tres salidas regulares, tuvo una memorable: dos golpeados, un pasaporte, dos wild pitches, que contribuyó a la mala racha de los patirrojos. Si esa aparición del gordito de Higuera de Zaragoza tuvo algún parecido con la que hizo ante Cuba en el Clásico Mundial de 2009 (y todo parece indicar que sí), entiendo perfectamente a Terry Francona, el manager que lo degradó ipso-facto a AAA. Sus números: 0-0, con 16.20 de carreras limpias.