miércoles, julio 30, 2014

Biopics: Informe sobre la Crisis



En marzo de 1986, Carlos Tello me invitó a ser coordinador adjunto de un proyecto muy interesante. Se trataba de hacer un informe amplio sobre el deterioro de las condiciones de vida de los mexicanos a partir del estallamiento de la crisis en 1982. En reuniones, junto con el propio Tello, Rolando Cordera, Pepe Casar y Enrique González Tiburcio (El Tigre), le fuimos dando forma. Por un lado, había que dar cuenta del deterioro de la infraestructura y del sector público. Por otro, de la evolución del desempleo y la creciente desigualdad. Por un tercero, de los efectos de esto en los ingresos y el consumo de la población. Trabajé algo sobre el primero de los temas, y bastante sobre el tercero, que me parecía el más dramático.

Recuerdo largas tardes haciendo números, trabajando con estadísticas de todo tipo. Y otras en las que visitaba –a veces junto con el Tigre- a Pepe Casar, Jaime Ros y la banda del ILET (Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales), que tenía su sede en una casa de Coyoacán, para discutir algún tema y ver la parte que ellos estaban trabajando, pero también para hablar de otras cosas (y Pepe hace una descripción desternillante de su asistencia a un clásico Rangers-Celtics en Glasgow).  Hicimos muchas cosas, pero nunca se materializó el Reto UNAM-ILET del Maratón (el juego de preguntas y respuestas), en donde estaríamos González Tiburcio y yo, por el lado puma, y Pepe Casar con Martín Puchet en el del ILET.

Desde el principio, Tello sabía que yo estaba buscando una beca para poder irme a Italia de año sabático, así que cuando me fui, hacia fines de ese año, el Tigre –con quien yo tenía cada vez más afinidades en el análisis y una amistad naciente- me sustituyó en automático.

A mi regreso, al año siguiente, me encontré con que el Informe Sobre la Crisis estaba convertido en libro, editado por la UNAM, y que había incorporado ensayos de otros académicos en temas que había yo dejado sueltos (el tema campesino, tratado por Gustavo Gordillo; el de sindicatos y partidos, por Raúl Trejo Delarbre y Ariel Vite; el de los empresarios, por María Amparo Casar), así como otros que reforzaban los originales.

Al revisarlo constaté, también, que algunos de los cuadros que había realizado yo en el ensayo del impacto de la crisis en las condiciones de vida no aparecieron en la versión final. Eran los referentes a consumo aparente de cerveza y de licores (el de cerveza resultaba ser fuertemente procíclico: se había desplomado con la crisis; el de licores fuertes mostraba un claro efecto-sustitución: el consumo de ron había desplazado al de bebidas más caras), que daban sustento estadístico al chiste de aquellos años: “¡Qué bueno ha salido el Bacardí blanco desde la crisis!”. Nunca supe si la omisión fue por un ataque de moralina o por qué, pero que la crisis pegó hasta en los hábitos etílicos, ni duda cabe.

No hay comentarios.: